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1. En un recipiente con un poco de tierra
muy húmeda, recolecta cuatro lombrices, de preferencia
que sean pálidas, es decir, endógeas.
2. Recoge 500 g de tierra del
lugar de donde
sacaste las lombrices.
3. Consigue un poco de hojas
secas de los árboles
que hay arriba de donde sacaste las lombrices
y la tierra (aproximadamente 3 g). |
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4. Hazle
dos orificios pequeñitos
a cada
uno de los recipientes de plástico, uno enfrente
del otro, esto servirá para que drene el agua que
se acumule.
5. Vacía 250 g de tierra
en cada recipiente. |
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6. A uno de los recipientes,
agrégale 3
g de hojas y revuélvelas bien, las hojas deberán
estar
previamente machacadas o molidas. |
7. Añade
agua a los dos recipientes, aproximadamente 30 ml para cada
uno. Debe quedar bien húmedo,
pero no como lodo. Así que agrega el agua despacio
y con tu cuchara de plástico revuélvelo poco
a poco.
8. Ahora coloca dos lombrices por
recipiente.
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9. Tapa los recipientes
y ponlos en un lugar
donde no le estorben a nadie; de preferencia,
en un lugar calientito, alrededor de 25 grados
centígrados. Puedes medir la temperatura
con un termómetro y la ayuda de un adulto.
10. Revisa tu experimento cada
tercer día para
ver si los recipientes tienen agua. Si todo
marcha bien, comenzarás a ver unas bolitas de
tierra en la superficie, son los turrículos.
11. A los 15 días, compara
las lombrices de los
recipientes que tenían hojas y los
que no tenían. |
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