Nuestra portada
Portada enero de 2006

Por: Obed Osorio y Leticia Figueroa
Érase una vez en una ciudad llamada Tenochtitlan. Los habitantes de esta ciudad eran felices porque no había crisis y podían alimentarse sinningún problema. Cereales, carne y frutos existían en todo el lugar. El pueblo rendía tributo a sus dioses, y en determinada fecha realizaba una fiesta en su honor, donde les ofrecía parte de su comida y bienes para mantenerlos contentos.

Todo iba muy bien en la gran Tenochtitlan, pero un buen día olvidaron festejar al dios de la lluvia y provocaron su enojo. Para darles una lección, el dios les racionó su abundante lluvia.
Esto impidió a los habitantes de Tenochtitlan cultivar todos los granos que conocían, rápidamente se empezaron a quedar sin alimento. Una gran hambruna se veía venir, pero rogaron al dios de la lluvia por su perdón: éste les contestó que sólo lo haría si eran capaces de cosechar cierta semilla que el les daría.

Era la semilla huautli y tenía la cualidad de ser muy nutritiva y fácil de cultivar, crecía con
muy poca agua y resistía las sequías. Todos los habitantes se dedicaron a sembrarla. Al poco
tiempo el dios de la lluvia les pidió como tributo el fruto de esa semilla a cambio de su perdón. Los habitantes deseaban agradarlo, e hicieron una figura del dios con las semillas y
miel, y se la ofrecieron. El dios se puso muy contento y los perdonó. En honor a ese momento, llamaron a la figura alegría. A partir de entonces aprendieron a cuidar sus recursos como el agua y la tierra y a cultivar esa semilla tan preciada, y jamás se volvieron a olvidar de festejar a ese dios.

Esta leyenda cuenta cómo el amaranto se convirtió en una semilla mágica capaz de brindar
siempre alegría y alimento a los pueblos que la cultivaron.