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Portada febrero de 2006

Por: Magali Peraaza Castillo

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PARTE 2
—¡Uh! ¡Uh! —ululaba el viento.
—¡Vamos Huitzilli, a recorrer el tiempo! —Vestido de oro, saltó el pequeño príncipe a la carroza mágica del viento.
—¡Mira! ¿Qué es eso? —gritó Huitzilli.
—El reino deTlamatiliztli —le respondió el viento.
Conforme se acercaban, pudieron apreciar la casita de nácar donde jugaba Ahuiliztli.
—¿Está el ixtlamatini? —preguntó el viento.
—Sí, en aquella casona dorada, la de bóveda estrellada —contestó Ahuiliztli.
“¡Toc, toc!” se escuchó en la puerta.
—Bienvenidos, tomen asiento —dijo el ixtlamatini al recibirlos.
—¿Qué estudia, señor?
—Los terremotos.
—¿Como el predicho para el Quinto Sol?
—Sí, Huitzilli, más no todo es destrucción.
Después de decir esto, el ixtlamatini hizo sonar una campanita llamando a la servidumbre:
“¡Tilín, tilín!”
—¿Sí, señor?
—Traiga huevo cocido —ordenó y siguió con su explicación—: las vibraciones de los terremotos permiten conocer la Tierra. Puedo decir con certeza que núcleo, manto y corteza, son las principales zonas de su constitución.